BARBATE
Desde antaño, el Estrecho nos ha llevado y traído. Con levante se atraviesa buscando barlovento, balanceando, desde Laranche a Barbate, si el viento es fuerte, a Zahara, o buscas otro cambio más al sureste, a Caños, Trafalgar. Y ya tienes el viento de popa. Son relatos de otros tiempos, de otros mares, parece. El mismo que hoy nos baña y nos lleva en su marea hasta las sinuosas dunas de interminables playas, vestigios de florecientes civilizaciones, donde se funden mar, cielo y bosques, habitados por gran variedad de especies, algunas únicas.
El Tajo, acantilado sublime y solitario vigía, protege, celoso, el tesoro de su costa. Por la cual, siguiendo la estela de sus caídas noches, arribas hasta la templanza del sol que le da su mágica luz.
Mar de historia, hospitalario, de pescadores y conquistas. Estancia de árabes, fenicios, romanos, codiciado por piratas, ansiado por comerciantes. Su legado enriquece costumbres, tradiciones, gastronomía, entretejiendo el singular tapiz de la milenaria cultura de esta tierra.
TRAFALGAR
Designio histórico que marco el curso mundial de los hechos. Barbate: solidario testigo del plan de Toque de Nelson contra la armada franco-española, de la falta de estrategia aliada, de soldados inexpertos, hambrientos y enfermos por el asedio al que habían estado sometidos. Los veintisiete navíos británicos mermaron hasta siete los iniciales treinta y tres aliados, quienes perdieron a 4408 hombres y resultaron heridos 2545, frente a los 449 muertos y 1243 heridos de los vencedores.
La victoria sobre la flota franco-española aseguró a los ingleses el dominio absoluto del mar en los siguientes 100 años, y alejó el peligro de invasión de las islas por parte de Napoleón, quien preparó el Gran Ejercito, pero nunca más pudo volver a tener una escuadra capaz de asegurar un desembarco en Inglaterra, y su objetivo jamás se realizaría.
Semejante giro histórico ocurrió en Barbate, frente a lo que hoy es un monumento natural de singular belleza, el Tómbolo, en el que se yergue un colosal faro, recuerdo de la cruenta batalla que le da nombre a su costa: Trafalgar.
Texto por Antonio Aragón